El número 495.716 no era una cifra cualquiera.
ra una historia. Una noche y un día, un misterio, un guión sin director ni personajes definidos. Era un verso a medio hacer, era una película de acción, un atardecer en una playa paradisíaca y una brisa en la mejilla desde lo alto del Empire States. Era subirte a un skate y clavar la tabla cayéndote de cara. Era entrar en una tienda, querer comprarlo todo y no poder pagar nada. Era una ola en el mar salpicándote la cara y llenándote los ojos de sal. Era el wasabi en exceso, bueno tanto no, era wasabi suave, sí, eso es lo que era.
Llegó sin previo aviso, y así mantenía sus asiduas visitas a mi porvenir. Nunca desaparecía, pero no sabías cuándo ni dónde, se trataba de sorprender. Eso… y el ingenio, hay que tener mucho arte para ser un número y ejercer tantas otras profesiones.
Transformaba el tiempo en paciencia, y escuchaba. Este número era observador, despierto e intuitivo. Y su combinación abría a la primera cualquier candado. Buscaba diversión, jarana y juego; pero siempre con sus reglas. Le hacía esto, en consecuencia, tirano, déspota y cruel.
Era elegante en sus formas y camaleónico en sus prácticas. Era arrogante, cizañero y caradura, aunque también encantador y adorable.
Tan, tan, taaaaan adorable que se proponía sumar a través de símbolos que a la larga restaban. Y quizás a la corta también.
Se distraía conmigo, que le recibía encantada siempre dispuesta a raíces cuadradas, álgebra y aritmética. Apasionante.
No le gustaba que lo descifrasen, por eso se cuidaba muy mucho de que sus números, inamovibles, fueran un ejército unido para el ataque, no para la conquista. Y así, pasaban los días.
Multiplicándose él a sí mismo, y a mí.
Divididos siempre por un entre, un para, un por, un según, un tras, un durante y un mediante.
Ella preguntándose por qué hay tanto enigma detrás de una operación, el número queriendo ser par e impar y… ¡que baje Pitágoras y lo vea! Porque aquí no se da crédito.
¿Se cree que a una letra como yo; bien definida, caligrafía fina, tipografía exquisita, (que si hay que ser cursiva como si hay que ser negrita, pues una lo es) trazo firme, curva marcada, y justificada, muy justificada; le va a venir un número a poner en duda que el orden de los factores no altera el producto?
¿Que no altera el producto? ¿Que todos los factores y circunstancias como el azar, la alineación de los planetas o el tiempo, son un decorado de quita y pon? ¿Que no hay posibilidad de elevar al cuadrado? ¿Y qué clase de número es éste, que nunca da resultado?
Puede ser una historia, un guión sin director y un viaje en globo; pero querido número 495.716, hágase a la idea de que es usted un 4, un 9, un 5, un 7, un 1 y un 6.
Ni nada más…, ni nada menos.